Aprendiendo a hacer surf en Australia
Me encantan los deportes de riesgo: todo lo que libera adrenalina, añádelo a mi lista. Siempre me sentido como pez en el agua, soy muy fan del mar y también soy una excelente nadadora, por lo que el deporte por excelencia en Australia siempre me ha llamado mucho la atención: el surf.
Siempre pensé que aprender a hacer surf no me sería difícil, ya que cuando aprendí a hacer snowboard, en menos de 2 horas ya controlaba la tabla y en 3 días ya me tiraba por las pistas más difíciles. Pero no, el surf es muy diferente; incluso sabiendo hacer snow, surfear me resultó realmente jodido aunque es muy divertido. Y es que la nieve no se mueve, y tan solo tienes que aprender a encontrar el equilibrio con el movimiento, mientras que en el surf tienes que hacerlo con el movimiento y con el agua: es mucho más inestable.
También tengo que confesar una cosa: la razón por la que he tardado tanto en alquilar una tabla y tirarme al agua ha sido porque le tengo pánico a los tiburones. Australia, quiera que no, es uno de los lugares donde más ataques de tiburón hay en el mundo, y a pesar de que tan solo hay una media de 4 muertes al año en el mundo entero, me daba mucho miedo. Pero ver tanta gente en las playas practicando este deporte me hizo superar ese terror y atreverme a intentarlo.
La experiencia de surfear ha sido una de las mejores que he tenido nunca. Fuimos el fin de semana a Byron Bay, alquilamos un par de tablas todo el día y dimos una clase de un par de horas para aprender.
Al principio es muy difícil: hay que entrar al agua con una tabla bastante grande (las mejores para aprender son las de goma espuma) y pasar el rompe-olas. Hay que nadar bien fuerte, hasta entrar bien adentro, girar la tabla para acabar mirando a la orilla, y cuando venga una ola, nadar lo más rápido posible para cogerla. Es mucho más complicado en la práctica que en la teoría. Durante las primeras horas tan solo conseguimos aprender a coger el equilibrio tumbados en la tabla, a nadar, girar y pasar las olas por debajo. Luego hicimos una parada para descansar y comer algo ¡Moríamos de hambre después de tanto ejercicio físico!
La segunda vez que entramos al agua, nos tiramos otras cuantas horas; y ahí a base de esfuerzo y perseverancia terminamos de controlar más o menos el elegir y coger olas: todo esto tumbados. Ya a lo último, conseguimos ponernos de pie, Fran dos veces y yo una: pero por menos de 5 segundos.
Como digo, fue super divertido y lo pasamos genial ese día. Si nunca te has montado en una tabla, echa un vistazo a estos CONSEJOS PARA HACER SURF POR PRIMERA VEZ. Recomiendo a todo el mundo esta experiencia, y ya me contaréis que tal vuestra primera vez.
Nos vemos muy pronto en el paraíso.
N.