Hogar dulce hogar: nos mudamos
Si, para los que me seguís desde hace tiempo, esta es ya la tercera vez que nos mudamos después de 13 meses en Australia, pero creemos que va a ser la definitiva por bastante tiempo. Nos ha surgido una oportunidad increíble, y obviamente la vamos a aprovechar. Pero mejor os cuento todo desde el principio:
Bueno, como ya conté anteriormente, vivíamos en una bonita casa en Chermside, un lugar que a pesar de ser muy antiguo, tenía un enorme encanto. Tanto Fran como yo estábamos enamorados de la zona, la casa en sí (¡del precio también!), y sobre todo teníamos muy buen rollo con nuestros compañeros de casa; una española y su novio australiano.
Todo ha ido genial durante los casi 11 meses que hemos vivido ahí, hasta que hace 3 semanas ellos dos se separaron. La chica española se fue de casa y a él eso de la libertad tras la ruptura, se le subió a la cabeza.
Perdió el respeto totalmente por la convivencia y hacía básicamente lo que le salía de los huevos: ponía música satánica a todas horas del día, y tan alta como fuera posible; tanto que vibraba hasta el suelo de toda la casa.
Metía a una chica tras otra en casa, y no tenía consideración ninguna en hacer lo que le diera la gana. Se volvió un auténtico gilipollas. Así que todo se empezó a complicar: nos sentíamos mal e infelices en casa.
Pero siempre hay una luz al final del túnel, y así se nos presentó la mejor oportunidad habida y por haber. Mis tíos (mi familia australiana), viendo lo amargados que estábamos en aquella casa, nos ofrecieron mudarnos con ellos. Mi familia vive en uno de los mejores barrios de Brisbane, Hawthorne. Un barrio tranquilo, precioso, cuidado y seguro. Un barrio en el que hay restaurantes, tiendas, un cine antiguo, mansiones, parques enormes, y lo más importante, el río. A falta de mar, tengo un río; y aunque no se pueda comparar, a veces, cuando el agua del océano sube por el cauce, se puede oler la sal: esa sal que me pone los vellos de punta y hace que me salten las lágrimas, porque me devuelve, en alma, a mi tierra.
Volviendo al tema: ellos tienen una casa preciosa en una gran parcela, con una piscinita de lo más agradable; al otro lado de la piscina, hay tienen una shed: una especie de cabaña o pequeña casita, habitable, y de un tamaño de unos 90 metros cuadrados aparte de una terraza que tiene (es del tamaño de un estudio). Mis tíos utilizaban el estudio como trastero. Total que la idea era simple. Mi familia nos montaba una cocina, nos ponía un suelo (ya que era suelo de garaje), y nos pintaban las paredes a cambio de pagar tan solo nuestros gastos de internet, luz y agua. El baño teníamos que compartirlo con mis primos, que está dentro de la casa principal.
Por un lado nos pareció una idea perfecta, pero por otro nos planteamos… ¿Como será compartir casa con mi familia? ¿Nos darán liberad? ¿Nos agobiaran? Por muy buena relación que tuviéramos, íbamos a convivir todos en la misma parcela, nosotros enfrente de ellos (ya que las dos viviendas están completamente separadas); y convivir con familia no se nos da bien ni a mi, ni a Fran. Bueno, mejor dicho, no se nos daba. Pero había muchos más PROS que CONS.
Al final arriesgamos y ganamos: hemos ganado mucho. Calidad de vida, una casa envidiable, ahorros (ya que esta casa nos sale incluso más barata que la anterior) y una perfecta familia. La más perfecta que existe en la faz de la tierra. El cariño y agradecimiento que les tenemos no se puede plasmar con palabras. Estas personas que antes eran desconocidas para nosotros, se han convertido en una parte indispensable de nuestras vidas. Ahora vivimos la mar de felices, en nuestra perfecta Shed, los dos solos.
Y ahora pensándolo, me doy cuenta, que si no nos hubieran pasado cosas malas, no nos habrían pasado estas que son mejores. Si no hubiéramos estado mal en casa, no nos hubiéramos mudado, y no hubiéramos encontrado un lugar mejor. Ahora es cuando entiendo eso de que no hay mal que por bien no venga.
Nos vemos muy pronto en el paraíso.
N.